divendres, 8 d’abril del 2011

El periodista anuncio


Ya es normal que salgan periodistas en los anuncios. Son periodistas muy conocidos, casi siempre de televisión, rostros familiares para el gran público, aptos para introducir en los hogares, de modo persuasivo, la invitación a adquirir marcas y productos de gran consumo.

No siempre ha sido así y aún hay quien cree que no debería serlo. ¿Por qué debería un periodista no prestarse a la publicidad?

Cuando se dieron los primeros casos, hubo advertencias deontológicas sobre la incompatibilidad entre dar información y publicitar productos. Los códigos de ética y  deontología periodística aún hoy rechazan  la mezcla ambos cometidos.
 
Hay una tradición de deslinde entre ambas actividades, que viene de muy lejos. El decano de la primera escuela universitaria de periodismo, en los Estados Unidos, decía incluso algo más. Decía que la publicidad en los periódicos debía ceñirse a los mismos principios de verdad que la información.

Lo escribió Walter Williams, decano de periodismo de la Universidad de Columbia-Missouri, entre 1905 y 1935, en su célebre “Credo del Periodismo”:

“Yo creo que anuncios, noticias y columnas editoriales han de servir a los mejores intereses de los lectores y que un único nivel de verdad deseable y de claridad ha de prevalecer en todo, que el test supremo del periodismo es la medida del servicio público”.
(Traducción propia del inglés, sin duda mejorable).

¿Hace falta argumentar más? ¿Hay que recordar la diferencia básica entre periodismo y publicidad?

Baste, quizá, subrayar que la publicidad es una actividad comercial basada en la difusión de mensajes pagados por el emisor con objeto de obtener o mejorar la venta, distribución o consumo de productos, servicios y actividades.

Durante décadas, la publicidad ha sido encarnada por personal anónimo especializado y, más tarde, por actores y actrices de cine, teatro y televisión.

La incorporación como protagonistas publicitarios de figuras conocidas en ámbitos como la cultura y el deporte, plantea una novedad conceptual, que de hecho es una duda: o creen firmemente en la calidad y la superioridad del producto anunciado o lo hacen por dinero.

El periodista tiene algunas responsabilidades con el público que le hacen incompatible.

The Journalist's Creed

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